La Ola de Violencia en Sinaloa y Sus Devastadoras Consecuencias

Mí Perspectiva entre Líneas

Por Marfred Ángel

La violencia en Sinaloa ha alcanzado niveles alarmantes en las últimas semanas, por esta razón sus habitantes se encuentran en una situación de incertidumbre y miedo. En 44 días, se ha registrado  una ola de homicidios, desapariciones y enfrentamientos armados que han dejado un saldo devastador: más de 200 muertos, decenas de heridos y miles de ciudadanos atrapados en un ambiente de tensión constante. Este repunte de la violencia no es un fenómeno aislado ni fortuito, sino la consecuencia de un entramado complejo de factores que continúan agudizando la crisis en esa región del país.

Factores que Alientan la Actual Violencia

Varios factores estructurales propician el resurgimiento de la violencia en Sinaloa. En primer lugar, las pugnas internas entre facciones del Cártel de Sinaloa, han escalado en intensidad, después del arresto de Ismael Zambada, alias el “Mayo”, el pasado 25 de junio, el capo afirma que fue secuestrado para ser entregado por Joaquín Guzmán López (quien también fue arrestado en esa fecha cerca de El Paso, Texas), hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, actualmente preso en Estados Unidos purgando una sentencia de cadena perpetua. La actual lucha por el control territorial y de rutas de tráfico de drogas hacia Estados Unidos está generando una brutalidad desmedida, en donde la población de la capital Culiacán y municipios aledañas como Elota, Cosolá y San Ignacio han sido afectadas por bloqueos, enfrentamientos y extorsiones.

En segundo lugar, la falta de cohesión entre las fuerzas de seguridad, tanto estatales como federales, ha permitido que los grupos criminales sigan operando con relativa impunidad. Aunque hay intentos de coordinar esfuerzos entre el gobierno estatal y el federal, la debilidad institucional, la corrupción y los intereses encontrados dentro de las mismas corporaciones dificultan el control de la situación.

Además, no se puede dejar de lado la crisis social que Sinaloa enfrenta, el desempleo, la pobreza y la falta de oportunidades, particularmente entre los jóvenes, fomentan que el crimen organizado siga reclutando nuevos integrantes. Este ciclo de pobreza y violencia se retroalimenta, agravando aún más la situación.

El Saldo de la Violencia en los Últimos 44 Días

En el último mes y medio, Sinaloa ha registrado cifras alarmantes, los enfrentamientos entre grupos armados y las fuerzas de seguridad se han vuelto una situación cotidiana de cada día. En Culiacán, Mazatlán y Guasave, los narcobloqueos y tiroteos han dejado a la ciudadanía atrapada en una situación de miedo constante. Los asesinatos a plena luz del día, las desapariciones forzadas y los cuerpos sin identificar que aparecen en diversas partes del estado son el reflejo de una sociedad hostigada por la inseguridad.

Las actividades cotidianas están siendo gravemente afectadas, escuelas cerradas, comercios saqueados o con pérdidas millonarias por la baja en ventas, carreteras bloqueadas y el turismo desplomado son solo algunas de las consecuencias visibles. Según cifras preliminares, se estima que las pérdidas económicas ya alcanzan los 800 millones de pesos. Mazatlán, uno de los destinos turísticos más importantes del país, ha sufrido una baja considerable en la ocupación hotelera y cancelaciones masivas de eventos, afectando gravemente la economía local.

La Postura del Gobernador y la Estrategia del Gobierno Federal

El gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, ha intentado mantener una postura de firmeza, asegurando que no dará tregua al crimen organizado. Sin embargo, su retórica no ha sido suficiente para contener el miedo generalizado, y justificado, de la población, ni para evitar que la violencia siga escalando. A pesar de los esfuerzos por promover la coordinación con el gobierno federal y los cuerpos de seguridad, los resultados hasta el momento son insuficientes.

El gobierno de México ha enviado más elementos de la Guardia Nacional y el Ejército al estado de Sinaloa como parte de la estrategia de contención, mas la violencia no ha disminuido. La anterior estrategia nacional de “abrazos, no balazos” demostró sus limitaciones e insuficiencia de efectividad en Sinaloa. La falta de una estrategia integral efectiva que incluya tanto el combate directo al narcotráfico como políticas de desarrollo económico y social, agrava la crisis. Si bien se ha buscado contener la violencia con presencia militar, es evidente que esta táctica no será suficiente para lograr una solución sostenible, al menos en un tiempo próximo.

Las Pérdidas Económicas y Sociales

Los efectos económicos de la ola de violencia no se limitan solo al turismo, sectores como la agricultura y la pesca, fundamentales para el sustento de miles de familias en Sinaloa, también están sufriendo efectos negativos, la imposibilidad de transportar mercancías por las carreteras debido a los bloqueos, así como el cierre de mercados en comunidades rurales, ha causado pérdidas millonarias para los productores. Además, la desconfianza de los inversionistas, que ven a Sinaloa como un lugar cada vez más riesgoso para hacer negocios, está generando una preocupante contracción económica.

La violencia no solo está ocasionando perdida de vidas y enlutando familias, sino que también está destrozando el tejido social y económico de ese estado. Sinaloa necesita de manera urgente una estrategia más efectiva, no solo de seguridad, sino también de desarrollo que permita cortar el flujo de nuevos reclutas al crimen organizado y ofrezca alternativas reales para los ciudadanos. Sin embargo, mientras la violencia siga siendo una constante del día a día, esa posibilidad parece vislumbrarae cada vez más lejana.

A manera de Conclusión

La situación en Sinaloa es crítica, y las soluciones no serán fáciles ni inmediatas, la clave principal sería una estrategia de seguridad integral, en la que se combata al crimen organizado de manera eficaz, mas qué también atienda las causas estructurales que lo alimentan. La violencia seguirá siendo un cáncer para los habitantes de ese estado mientras no se logren avances significativos en materia de justicia social, desarrollo económico y una verdadera reconstrucción del tejido social. Mientras escribo estás líneas, la población de Sinaloa sigue viviendo entre la violencia y la incertidumbre, con la esperanza de que la nueva estrategia de seguridad nacional de resultados. efectivos en el combate a la delincuencia organizada y algún día, espero y deseo que no sea muy lejano, la paz regrese a Sinaloa, cerrando el capítulo de violencia, inseguridad e ingobernabilidad que hoy se escribe con tinta roja en la historia de ese estado de México.